pausados NO, Pausanias/ 5. Un cubano en la isla de Afrodita

El mar es verde cuprífero y las playas son de piedras blancas, algunas desmoronadas en grandes bloques como los que sobresalen en Petra tou Romiou cual pequeños islotes. Cuentan que fue allí un día in illo tempore donde se dejó atracar la barca de nácar para que la Diosa posase en tierra sus bellos pies desnudos. Hace tanto tiempo de la Epifanía en la playa que la “Piedra del Romano” como si fuera la «del Moro», o mejor la «de la Mora», ha perdido su sentido sagrado. Pero Petra tou Romiou es icónico en Chipre -sale en las guías de viaje- y todo está ideado para que Usted, en el mejor de los casos, se aloje en las cercanas Aphrodite Hills, con campo de golf incluido, pueda fácilmente aparcar, bajar, atravesar la carretera por un túnel distinguido de cemento y asomarse al horizonte de agua marina para, después de honrar con un exvoto a modo de nudo de bolsa de plástico en un matorral seco, hacerse la foto de rigor. La tienda de souvenirs no miente, nos vende lo que nos han dicho que tenemos que ver. Este es el lugar de Afrodita, la Señora que surgió de la emasculación del Cielo y la espuma de la Mar, diosa del amor sexual, y el recorrido turístico por su isla no puede defraudar.

Panorama de Petra tou Romiou. Dibujo de F. Alonso.

Además, puedes correr la suerte, si eres castellano parlante, de tener al guía de referencia local; un cubano afrancesado con charm, greco-chipriota de adopción y con estilo de explorador en busca de El Dorado que gusta de enseñar griego repitiendo “Τι κάνετε?” (dice él) “Μια χαρά” (respondemos nosotros). Haga calor o mucho más que eso, nuestro guía nunca suda, lleva conjunto sin tacha y Panamá para rematar. Su carne del Caribe transpira mejor que la nuestra y de su acento habanero más de un@ se deja derretir y confunde en espejismos las arenas de Limasol con las de Varadero y sus Cayos. ¿Quién iba a hacernos mejor de anfitrión en la isla de La Señora Afrodita que un cubano con sex appeal?

Las crónicas sucias de La Habana desprenden el más puro sentido de la Diosa que gobernaba el sexo de los mortales y jugaba con ellos a su capricho -¡es El Caribe, amigos! y allí nadie puede apagar el fuego que enciende la piel-…hete aquí el riesgo de amanecer tras una noche loca con el bombón transformado en la Diosa, fruta prohibida a nuestro padecer como mortales. Nada bueno puede suceder entonces y si no, que se lo digan a Anquises o a Adonis. Pero nuestro cubano sabe que no debe dejar tentarse por la hybris y sólo se maneja en el mundo mortal, principalmente, de las Señoras de habla hispana que visitan su isla, su segunda patria del extremo del Mediterráneo Oriental. Su manera de llevar el viaje se hace suave, meloso, fácil de disfrutar y de seguir por los cañizares de azúcar a los que te hace transportar. Sin embargo, nuestro cubano de nombre francés, no podía imaginarse ni por un momento la intensidad y la profundidad a la que queríamos llegar en nuestro viaje tras los pasos, peligrosos, de la Diosa que gobierna la isla y el placer de la carne humana.

Superada la plática del primer día hasta Petra tou Roumiou y las veleidades por el túnel de cemento para llegar a la playa, nuestra lectura de la Teogonía de Hesíodo y del Himno Homérico a Afrodita en el lugar más apartado del resto de turistas que hacían su foto de rigor, empezó a mosquearse nuestro tour leader profesional made in Cuba from Cyprus with love. Pero esto, para quien nos conoce, sabe que sólo es el principio y que lo que nosotros buscábamos no estaba en el lugar obvio, sino que había que profundizar algo más para llegar al sitio. Y es que aún siendo este un bello enclave en la costa suroeste de la isla del Cobre, la Diosa protectora del primer metal añorado, no se encuentra allí. Su transfiguración aún sigue en pie en su Santuario más importante, no en (neo)Pafos sino en Paleopafos. El cubano nos desaconseja ir allí porque es poco “visible” –lo esencial es invisible a los ojos, dice El Principito- y qué mejor que pasar más rato en las tabernas del puerto de Pafos y aprovechar más tiempo en la ciudad antigua de bellas ruinas con los más hermosos mosaicos romano-chipriotas famosos en el mundillo musivario entero. Pues podría ser una opción pero no con Pausanias.

Para entender a Afrodita hay que ir al actual pueblo de Kouklas para encontrar el lugar donde estuvo el Santuario de Paleopafos y allí, tras analizar los restos muy arrasados pero que aún conservan las piedras monolíticas del recinto sagrado o témenos de la Edad del Bronce, acercarse a uno de los árboles que dan sombra y reconstruir el sancta sanctorum precedido de dos columnas -al más estilo oriental fetén- en donde se alojaba la Señora. Pero aquí, llámese Afrodita, no era un simulacro cualquiera, sino que accediendo al museo que está hoy día en el Manoir de época franca rehabilitada, podremos admirar, en un lateral de una de las salas, la transfiguración sagrada que adoraron en el mundo antiguo: su betilo. Es este un monolito negro brillante que siguiendo el más primitivo culto anicónico del Oriente, representa la potencia sagrada de la Señora materializada en la tierra en forma de piedra. Otras muchas y afamadas rocas o pilares o columnas sagradas funcionaban como betilos de la divinidad, allí donde había primado un culto de corte oriental, recuérdese la de la Magna Mater de Pesinunte o la que circundan febrilmente aún hoy día los musulmanes en La Meca.

El betilo de Afrodita. Museo de Paleopafos (Kouklas). Dibujo de F. Alonso.

Podemos imaginarnos a Cíniras, el sacerdote más famoso del lugar que colmó de riquezas la isla y fue amado “benignamente” por Apolo (Píndaro, Pítica, II, 15 y Nemea, VIII, 17), lustrando la sagrada piedra, más de líquidos untuosos y guirnaldas de flores que de sangre de los sacrificios. Aún reluce la piedra negra como si la hubiesen frotado, lavado, ungido, durante siglos. Pero además del poder oracular que podía otorgar Apolo, algo más debía suceder en el sancta sanctorum afrodisiaco que las fuentes, afines o en contra, insisten sobre los templos de la Diosa del placer carnal, sea en lo alto de la Roca de Acro-Corinto o en el «Castillo de Venus» en la Mole de Erice en Sicilia, sea en Amatunte o en Kition en la misma isla tutelar, en todos ellos se debía practicar la Unión Sagrada, la hierogamia. Ese trance sublime se debía realizar a través de una casta sacerdotal dedicada a que sus cuerpos fuesen tomados o se dejasen tomar en un coito supremo que permitiría hacer lo invisible, visible a los ojos de todos. Y es que los dioses en el mundo antiguo están presentes de una forma muy traviesa en las más inesperadas metamorfosis o hierogamias. En el politeísmo no existe un Dios que “aparece” en la intimidad de la Oración, los dioses están siempre presentes, son visibles pero no siempre reconocibles; como los que Homero canta en sus obras y se entremezclan con los hombres ora como aya ora como porquero, ora nublan nuestra vista ora dirigen nuestro brazo flechador.

Nuestro guía cubano no comprendía la potencia de la Diosa que reside más en el betilo de Kouklas que en la playa de Petra tou Romiou. Su gesto se descompone sólo con pensar que el ritmo caribeño puede llegar a ser sustituido por la intensidad que tienen las palabras en los sitios en donde aún el númen está presente. El tiempo se vuelve circular y ya no rigen las normas del reloj, de los horarios, del contrato de trabajo. Cuando uno se deja llevar por lo numínico o numinoso, las tiendas de souvernirs no dirigen nuestras motivaciones, las voces del pasado nos remiten a otro tiempo pero en el mismo lugar y los dioses, entonces, simplemente se hacen presentes.

Pero no somos nadie. Debemos volver a nuestro ritmo mortal. Dejarnos llevar por el ritmo cubano-chipriota. Aparcar en el puerto de Pafos y señalar las tabernas en donde, después de tanta inmaterialidad, bien vale materializar una buena comida y una buena bebida. El guía, acostumbrado a otro tipo de viajes en donde él lleva la voz cantante, rehúye de la terraza a nuestros ojos, se quita su Panamá y algo sudoroso -¡oh, prodigio!- y cabizbajo se aleja a un rincón oscuro de una conocida taberna suya y allí se deja llevar por las delicias del Dyonisos lupuloso. Visto el viaje que parece iniciarse bien le vale dejarse llevar por el poder del enthousiasmos.

Τι κάνετε? Μια χαρά …

1 Comment

  1. Un recuerdo precioso y lleno de emociones: el lugar, el viaje, las amistades que hicimos, y todo gracias a vosotros, Fernando. Eskerrik asko.

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