Los manuscritos del Mar Muerto II

LA IMPORTANCIA DE LOS MANUSCRITOS

Una vez comprobada la autenticidad de los manuscritos encontrados, se plantea la siguiente pregunta: ¿Qué se esperaba encontrar en ellos para crear tanto revuelo, tantas horas de trabajo, tanta polémica y mover tanto dinero?

Como ejemplo extremo de lo que se llegó a hacer por la posesión de alguno de estos manuscritos, podemos recordar el caso de uno procedente de la Cueva 11, conocido como Rollo del Templo (11Q Temple). Yigael Yadin había intentado adquirir durante varios años este manuscrito a un comerciante de antigüedades de Belén. Ante la imposibilidad de comprarlo, y coincidiendo con el comienzo de la Guerra de los Seis Días y la ocupación israelí de Belén, el Gobierno de Israel confiscó el manuscrito. Yadin, en un artículo aparecido en Biblical Archaeologist en diciembre de 1967, simplemente escribía: “no puedo revelar aún cómo llegó este manuscrito a nuestras manos” porque “pondría en peligro la posibilidad de adquirir nuevos manuscritos si lo hiciese”. El reconocimiento tácito del abuso cometido lo encontramos en el hecho de que el Gobierno de Israel compensó años después al comerciante con 100.000 dólares.

Estos manuscritos, aparentemente materia de estudio de unos pocos especialistas, habían movido cientos de miles de dólares, habían sacado a la luz la codicia de los anticuarios, miembros de la Iglesia Ortodoxa y beduinos Ta´amireh, habían movilizado al ejército jordano como fuerza arqueológica y habían provocado una penosa actuación del ejército israelí para conseguir por la fuerza lo que no se había podido obtener con dinero.

Contenedores en cerámica de los rollos. 

La respuesta a qué se esperaba encontrar en ellos es múltiple. Por una parte, podemos considerar la motivación científica. Para la Filología Bíblica, se trataba de textos bíblicos o de tema bíblico encontrados en la tierra de la Biblia con más de dos mil años de antigüedad, lo que los hacía únicos e imprescindibles para comprender la historia de la formación del texto bíblico tal y como ha llegado hasta nosotros. Las cuevas proporcionaban, además, nuevas obras desconocidas hasta entonces y que se encontraban en “estado puro”, es decir, sin sufrir variaciones e interpretaciones a lo largo de dos mil años. Los manuscritos aportaban también muchos datos nuevos sobre las lenguas hebrea y aramea, y completaban el panorama del desarrollo histórico de estas lenguas que, hasta aquel momento, presentaba numerosas lagunas.

Desde el punto de vista histórico, estos manuscritos ofrecían una gran cantidad de información referente a una de las épocas más conflictivas de la historia del pueblo judío: la primera Guerra Judía contra Roma, que terminó con la destrucción de Jerusalén en el año 70 d. C. y la eliminación de los últimos focos de resistencia en Masada en el 73 d. C. Hay que recordar aquí que el Estado de Israel, creado en 1948, casi a la vez que el descubrimiento de los manuscritos, siempre ha tenido muy en cuenta las cuestiones arqueológicas. Posiblemente no hay país en el mundo que dedique más esfuerzo, dinero y atención a la Arqueología. Sus mejores arqueólogos han ocupado puestos de gran responsabilidad dentro del Gobierno (valga como ejemplo el propio Yigael Yadin, que llegó a ser Jefe del Estado Mayor del ejército), o bien ha habido grandes políticos cuya pasión era la Arqueología, como es el caso de Moshe Dayan (Ministro de Defensa en 1967 durante la Guerra de los Seis Días). La situación límite en la que nació Israel, permanentemente en conflicto con sus vecinos árabes, llevó a la búsqueda de cualquier argumento que demostrara que los judíos habían vivido siempre allí, lo que, en su opinión, les daba derecho a vivir y a establecer su propio estado en palestina. Los hallazgos arqueológicos que evidencien la presencia judía en tiempos remotos en cualquier lugar de Palestina se convierten, de ese modo, automáticamente, en argumentos políticos.

Hay que considerar también el aspecto religioso. Para el mundo judío, los manuscritos abrían una gran ventana en el panorama religioso del judaísmo anterior al año 70 d. C. Debemos tener en cuenta que el judaísmo, tal como existe hoy en día, es una evolución del judaísmo fariseo que sobrevivió a la derrota contra Roma. Todas las otras corrientes existentes en el mundo judío anterior a la guerra (esenios, saduceos y zelotas) desparecieron con aquella derrota. Con los manuscritos surgía una oportunidad para conocer mejor estas corrientes o, por lo menos, algunas de ellas.

Para el mundo cristiano occidental, la importancia no era menor. Los manuscritos proceden de Palestina y pertenecen a la época en la que vivió y murió Jesús de Nazaret. Por tanto, Qumran podía ofrecer numerosos datos sobre los orígenes del cristianismo, el ambiente religioso en el que nació la nueva religión y las posibles conexiones entre la secta que vivía en Qumran y los primeros cristianos.

Así pues, los manuscritos tenían una importancia extraordinaria tanto para judíos como para cristianos. Las expectativas creadas en torno a ellos se han visto recompensadas en algunos casos, y han provocado comportamientos, publicaciones e interpretaciones que han rozado el absurdo en otros, lo que ha hecho que los escándalos y la polémica hayan acompañado desde el primer día a este descubrimiento.

LA PUBLICACIÓN DE LOS MANUSCRITOS: LA GRAN POLÉMICA

En 1952, los Ta´amireh descubrieron la Cueva 4 con cerca de 15.000 fragmentos procedentes de unos 550 manuscritos. El Gobierno jordano se propuso comprar todo el lote, para lo que invirtió 15.000 libras con las que el Museo Arqueológico de Palestina de Jerusalén podría adquirirlos. Como quiera que esa cantidad no era suficiente, fue ayudado por varias instituciones extranjeras, como la Universidad de Oxford, la de Manchester o la Biblioteca Vaticana, entre otras, que recibieron como compensación los derechos para publicar una parte del lote de los manuscritos. La labor de organización y publicación de todos los materiales se encomendó a un equipo de investigadores de varias nacionalidades, entre los que no había ningún judío. Este equipo trabajaba en el Museo Arqueológico de Palestina de Jerusalén bajo la dirección de R. De Vaux y estaba financiado por el millonario norteamericano Rockefeller, que aportó los fondos necesarios para la investigación desde 1954 hasta su muerte, que tuvo lugar en 1960. Los manuscritos bíblicos fueron encomendados a P. Skehan y Frank Moore Cross, mientras que los no bíblicos se repartieron entre M. Baillet, J. T. Milik, J. Starcky, J. Strugnell y J. M. Allegro. Con el tiempo, algunos de estos investigadores murieron, de forma que sus lotes fueron reasignados a otros estudiosos, pero siempre manteniendo cierto carácter de grupo cerrado, sin permitir más acceso que el de un sustituto por cada baja sufrida. Así. E. Ulrich heredó el lote de Skehan a la muerte de éste, y E. Puech hizo lo propio con el de Starcky en 1988.

Rockefeller Museum en 1947

La primera tarea consistió en relacionar todas las piezas de aquel gran rompecabezas por temas, fragmentos de textos conocidos, mismo escriba, etc., de forma que se pudiera hacer un informe preliminar de todo el material que habría que estudiar en los años siguientes. Este trabajo se llevó a cabo con eficacia y rapidez.

En 1960, tras la muerte de Rockefeller sin que hubiera dispuesto nuevos fondos para continuar la investigación, el grupo se descompuso, cada uno volvió a su lugar de origen y a la vida académica y se procedió al reparto de los manuscritos en lotes. En 1967, tras la Guerra de los Seis Días, el Museo de Palestina, conocido a partir de entonces como Museo Rockefeller, pasó a manos israelíes, pero los derechos de publicación de los manuscritos siguieron perteneciendo a los equipos de investigadores.

La tarea de publicar todos los materiales encomendados a cada uno de los investigadores supuso un gran problema y una interminable fuente de polémica. De hecho, sólo Allegro y Baillet publicaron íntegramente los lotes que les habían correspondido. Otros, como Cross y Strugnell, terminaron por incorporar y formar a otros investigadores para publicar parte de sus lotes.

Sin embargo, muchos eruditos que no tenían posibilidad de estudiar los manuscritos criticaban la tardanza en su publicación y la mezquindad del grupo a la hora de permitir el acceso a ellos a cualquier investigador que lo desease. El Profesor Strugnell, miembro del equipo investigador desde 1954 y editor jefe de los manuscritos desde 1987, haciendo alusión a estas críticas, llegó a declarar ante la prensa: “Parece que tenemos un puñado de pulgas empeñadas en molestarnos”.

John Strugnell

Ante la avalancha de críticas por el monopolio ejercido por el equipo investigador, el Departamento de Antigüedades del Gobierno de Israel constituyó un Comité para los Manuscritos del Mar Muerto. Con la creación de este comité, se dio un primer paso para abrir las puertas de los manuscritos a nuevos investigadores.

En noviembre de 1990, Strugnell declaró a un periódico que “el judaísmo es una religión horrible que debería haber desaparecido”. Un mes después, en medio de una gran tormenta de críticas hacia Strugnell por el antisemitismo que se desprendía de sus declaraciones, fue hospitalizado por problemas maniaco-depresivos relacionados con el consumo abusivo de alcohol. El 30 de diciembre de 1990 fue cesado como editor jefe, aunque no expulsado del equipo de investigadores. En aquel momento entraron en el grupo nuevos miembros, algunos de ellos, ahora sí, israelíes.

Durante aquel mismo año de 1990,el monopolio sobre los manuscritos terminó bruscamente cuando la Biblioteca Hungtinton de California publicó, sin el permiso del equipo de académicos, todos los microfilms que tenía en su poder, de forma que el acceso a los manuscritos quedó abierto a todos los investigadores. Desde entonces, la imparable evolución de internet ha multiplicado enormemente las vías por las que cualquiera, experto o lego, puede consultar por sí mismo, los manuscritos.

 

En próxima publicación explicaremos cuál era el contenido de la biblioteca de Qumran.

Texto de:

JAVIER ALONSO

FILÓLOGO Y ARQUEÓLOGO

1 Comment

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *