“Odio a los gallitos de gimnasio porque siempre desprecian mi sudor”
Carlos Goñi, Odio.
Dejemos de matarnos en los gimnasios, los cánones creados por los artistas griegos son artificiales. Observando atentamente los cuerpos de los atletas que se ejercitaban en la palestra, aquellos demiurgos seleccionaron las mejores partes de cada uno con el objeto de crear un Frankenstein modélico. Torsos, piernas, brazos y rostros fueron constreñidos al interior de formas geométricas gratas al inconsciente -círculo, triángulo equilátero, cuadrado (Da Vinci hizo lo mismo con el ‘Hombre de Vitrubio’)-, inclinado al aprecio de nuestra propia simetría, relacionadas mediante cálculos matemáticos y reglas que proveyesen al híbrido de proporción, ritmo y armonía, asegurando así la perfección formal, el placer de los sentidos, en suma, la belleza; éxito asegurado (en Loewe saben).